Sírvame un par de ‘contenidos líquidos’

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Los cambios aparecen por orden del esfuerzo. Mientras algunos crean y aportan, los muchos, casi todos, simplemente nos dejamos llevar por esos ‘líquidos’ que nos envuelven sin percatarnos apenas. ¿A que no hace tanto teníamos móviles con antenas?, ahora ya son sólo fósiles, dinosaurios extinguidos por el meteoro Apple.

Da igual la edad o la formación que tengas, porque siempre hay un momento en que todo es nuevo para cada uno de nosotros, porque todo muta, porque nada se mantiene tal y como fue en algún momento. Así, inventamos máquinas, conceptos, parámetros. No hay nada eterno, y la Humanidad es un cuerpo vivo que nunca deja de ampliar horizontes. Pero por algo hay que empezar, digo yo.

¿Qué es esto del contenido líquido?

Así, andamos tras la pista de este nuevo concepto, los “liquid contents”, contenidos líquidos, que así lo llaman, y tan anchos que nos quedamos. Pero ¿de qué estamos hablando?

Sin adornos, y de forma simple, los contenidos líquidos son aquellos que se adaptan al consumidor y al soporte en que se consumen. Hasta hace nada, el contenido y el soporte eran lo mismo. Ejemplo: un libro. Contenedor y contenido es uno, si quiero transmitir sus enseñanzas, tengo que trasladar el soporte, el libro mismo, ¿no?

Esto pasó a la historia, y ya nadie carga con libros para hacer

sus exposiciones o transmitir conocimientos. Ahora ambas partes están separadas (por una parte el texto –HTML-, y por otra la apariencia –CSS-, y podremos ver un mismo contenido con diferentes presentaciones (busca cualquier tema en la red y verás la cantidad de veces que coincide el mismo texto pero con distintos aspectos. Esto también dependerá del dispositivo en que lo visualices).

Pero esto de relacionar de manera sencilla conceptos materialmente abstractos no es algo nuevo. Hay autores que ya introdujeron el término ‘vida líquida‘ en referencia a la manera en que la sociedad se adapta a los tiempos que corren. Una sociedad que se deforma y que se encuentra expuesta a infinidad de cambios (a la mayoría nos toca vivir esto en un momento u otro). El resultado es la incertidumbre y nuestra preocupación por aceptar el vértigo que suponen todos los comienzos.

Producto del marketing

Como esto de los contenidos líquidos es un término de nuevo cuño a sumar a la avalancha digital -sería interesante que algún blogger abriera una sección de palabros-, buscar orígenes no es labor de hemeroteca, y parece bastante claro que nace con fines netamente marketinianos. Sabemos que ahora la información nos encuentra, y precisamente por eso las marcas apuestan por dejar fluir su presencia. El contenido es importante, que sea claro, asumible por cualquiera, pero ahora parece más importante que sea fácil de consumir: si el acceso no es cómodo, pasamos de leer, así de simple.

Nos lo dicen, pero es cierto, cualquier información en la actualidad funciona como el agua, se esparce y se adapta, de manera que si eres una marca -de alguna manera todos lo somos-, tendrás presencia constante en infinidad de canales: efectividad y alcance. Los de CocaCola lo tienen claro, y hasta diría que ellos mismos han propulsado esto de los contenidos líquidos con su última campaña, que plantean como una red de conexiones entre cada una de las historias que cuentan a través de su publicidad, con influencia y  reflejo en el consumidor final. Cada historia que relatan es independiente, distinta, pero con un nexo común, un nombre, y algunas tienen tanta fuerza que en la red alcanzan un altísimo nivel de interacción, y hasta se independizan de la misma marca, como si fueran por libre. Eso sí, su nombre y hasta sus colores se archivan en nuestros cocos. Los mejores ejemplos de la fluidez de la información, de esa capacidad de adaptación y repercusión social, los tenemos en el movimiento de interacción social a través de las redes. Pongamos un ejemplo para entendernos: todos sabemos lo que es el Harlem Shake y que hay miles de versiones hechas por gente anónima. Esto ha hecho de una simpleza tal, una forma de expresión corporal, divertida o absurda -según se mire-, un movimiento social que se reproduce en forma de millares de historias distintas, plurales y alejadas, pero que mantiene esa idea final de marca o de nombre. Como diría Bruce Lee…